El Gran Miércoles . MALDIVAS: MOMENTOS GRANDES DEL SURF

Era una tarde soleada del mes de febrero y Neptuno no estaba siendo especialmente generoso con las olas de invierno, aunque si con los temporales que dejarían huella en el litoral oeste andaluz.

Tocaba ese café de media tarde en el Pez Limón y allí me encontré con Antonio Ceballos, magnífico fotógrafo de surf por todos conocido. Fue entones cuando me comentó su idea de pasar el mes de agosto en las Maldivas, en el surf camp Natural House regentado por Nacho Osuna y Luisa, tratando de capturar
imágenes inolvidables como solo el sabe hacer para los surfistas del camp. Durante el tiempo que estuvimos charlando, me comentó que Jose Luis “Podi” estaba planteándose hacerle una visita y de paso coger unas buenas olas en el idílico lugar. Así que cogí el teléfono, llamé al “Podi” y nos pusimos organizar el viaje.
La idea inicial y definitiva fue irnos 14 días al surf camp, situado en la isla de
Himmafushi, cuyo arrecife da forma a la clásica derecha de Jails. Sacamos los billetes a primeros de abril en la compañía Fly Emirates, con un trayecto Madrid-Dubai-Male; salida el 22 de agosto y llegada el 7 de septiembre (en la isla estaríamos del 23 de agosto al 6 de septiembre, ¡15 días de surfing!). El precio del billete rondó los 800 euros, si bien el lugar de embarque era Madrid. Por ello tuvimos que subir en coche el día antes y pasar una noche en la capital. Esta opción es más económica que salir en avión desde Jerez no solo por el incremento del precio del billete, sino porque al contrario que Fly Emirates, Iberia suele cobrarte un sobrecoste de equipaje por tus tablas. Fly Emirates es una excelente compañía para realizar el viaje, ya que presenta
ventajas importantes: no te cobran extra por llevar tus tablas de surf (siempre que no excedas de 30 kg), su flota aérea es muy moderna ,y lo más  mportante, ¡te ponen copas gratis! …siempre que las pidas.

Cokes!!

VIAJE
Despegamos el día 22 de agosto a las 1530 de Madrid, y tras una escala de unas 2 horas en Dubai llegamos a Male sobre las 7 de la mañana. Nada más salir del aeropuerto ya percibes lo exótico del lugar, con sus cristalinas aguas color turquesa, sus habitantes nativos de aspecto indio y un intenso movimiento de embarcaciones recogiendo turistas, surfistas, buceadores, recién casados etc., en el muelle que hay a la vera del aeropuerto para trasladarlos a su lugar de estancia. Fuimos recibidos por un nativo. Nos comunicó que nuestro “wáter taxi” llegaría en 15 minutos. Todos los “surf
camps”, complejos hoteleros y lógicamente los barcos de surf, están situados en islas distintas a donde está el aeropuerto. El viaje en el “wáter taxi”, gestionado por el surf camp, es de 100$ por trayecto a pagar entre todos los pasajeros (hasta un mínimo de unos 35$ por persona, es decir, si viajan más de 3 pasajeros todos pagarán 35$). Hay una opción más económica que es el “wáter bus”, que, si bien no es muy recomendable para la incorporación al camp, si es una opción económica para la vuelta (unos 20$), una vez se está familiarizado con la zona y se dispone de tiempo suficiente (ya que no hay muchas salidas diarias y es necesario hacer transbordo en Male para ir al aeropuerto).

El Gran Azul

El trayecto desde la isla de Male hasta la isla de Himmafushi, donde se encuentra el camp, es de unos 20 minutos. Se hace muy ameno por lo espectacular del paisaje, incluyendo las innumerables islas, las viviendas que se alzan en medio de la mar y, sobretodo, por las increíbles aguas cristalinas y su amplia gama de tonalidades de azules. Con suerte se puede ver algún animal marino como una tortuga o una manta que habitan en estas aguas

 

 

 

SURF CAMP
Una vez llegados a la isla nos recibió nuestro anfitrión, Nacho, acompañado por Antonio, que ya echaba de menos una cara conocida después de casi un mes en la isla.
El complejo “Natural Surf House” esta formado por tres residencias (Mango’s, Beach Villa y Surf Villa) donde se alojan, hacen vida y comen los surfistas y sus acompañantes, si llevan….por un precio de 100$ diarios (pensión completa y 3 salidas en barco a las olas). Nosotros estuvimos alojados en la Surf Villa, si bien conocimos las tres casas.

Hogar, dulce hogar

Mango’s, que es la primera que tuvieron, es de una sola planta y consta de un patio central rodeado de varias habitaciones, donde se alojan los surfistas. En el patio central hay una zona de estar y el comedor, todo al aire libre pero cubierto por techados que dan sombra, muy apreciada en estas latitudes. La Surf Villa es una casa de dos pisos con habitaciones en ambas plantas. El comedor esta en el piso de arriba y la sala de estar en el de abajo, con televisión por cable incluida. Todas las casas tienen wifi, que, aunque no va a gran velocidad, te permite realizar conversaciones telefónicas por whatsapp y hasta video llamadas. Todas las habitaciones, aunque sin grandes lujos, tienen baño propio y aire acondicionado, y el trato del servicio es muy bueno. Habitualmente hay tres comidas al día bastante generosas y apetitosas;
desayuno a las 9, comida a las 2 y cena a las 8; y siempre tienes a tu  disposición agua, té y café. La comida casi siempre está basada en pollo o atún como elemento principal, pero cocinado de distintas formas, algunas de ellas con sabores exóticos y muy buenos, acompañado por verduras, arroz, huevo etc. En la comida ponen trozos de fruta cortada de postre y en la cena algo dulce (tarta, flan etc.), todo ello bastante rico.

Bienvenidos a Himmafushi

En el complejo, a parte del surf, se realizan otras actividades. Hay clases de yoga diarias gratuitas, salidas para pescar y barbacoas en la playa semanales, así como “snorkeling” a petición en distintos lugares de las islas, donde se puede apreciar todo tipo de vida marina, incluyendo, con un poco de suerte, tortugas, mantas y tiburones de arrecife, que se caracterizan por tener la punta de las aletas de color negro y por no atacar al hombre, o eso dicen….

 

 

 

OLAS
Pero vamos a centrarnos en el motivo principal de nuestro viaje, las ¡olas! La primera ola a la que se tiene acceso es Jails, que está en la cara de levante de Himmafushi. A esta ola se puede acceder cruzando el arrecife o en una de las tres salidas en el típico barco local (Dhoni), incluido en el Surf Camp. Hay 3 embarcaciones, con una capacidad de hasta unos 12 surfistas, que realizan 3 salidas diarias: a las 6, a las 11 y a las 16.
Normalmente se va a las olas de Jails, Sultans o Honkeys, todas de excelente calidad, según las indicaciones del guía y el consenso de los surfistas, con un tránsito de unos 15 minutos. Periódicamente, y por petición popular, se organiza una salida hacia las olas de Cokes y Chicken, que están a casi una hora de navegación, pero que merecen mucho la pena degustar.

De vuelta al Dhoni

Una vez que aterrizamos en la isla y hechos los saludos, arrojado, que no deshecho, el equipaje en la habitación y tras reponer fuerzas con un suculento desayuno de bienvenida, nos dispusimos a desenfundar las tablas y cabalgar las tan deseadas olas.
Cogimos sin dormir la siguiente salida del Dhoni, que era a las 11. Dejando atrás la pequeña dársena de Himmafushi con sus cristalinas aguas color turquesa, navegamos hacia la cara este de la isla. Ya desde lejos se veían las rompientes de Honkeys a nuestra izquierda y Jails a nuestra derecha, cuyas olas abrazan los arrecifes formados delante de las islas que se erigían enfrente nuestra. La excitación del momento empezó a acelerar nuestros corazones y nos hizo olvidar que no habíamos dormido esa noche.
Finalmente nos decidimos por Jails, la ola local de Himmafushi, que recibe su nombre por romper enfrente de la cárcel sita en esta isla. A parte del barco, a la ola se puede acceder cruzando el arrecife. La zona más cómoda para hacerlo es enfrente de la primera sección, a donde se puede llegar caminando unos 10 minutos desde el pueblo.
El punto de acceso al agua se identifica mediante unos bloques de cemento que se van sumergiendo en el agua. La ola es una derechona de tres secciones, que si se enlazan es muy larga, siendo la última sección la más vertical de las tres. Es algo rápida y si no se selecciona bien la ola puede cerrar pronto. Pero si abre es enormemente divertida.
Hay que correrla mucho y genera bastante velocidad, permite zonas para hacer buenos giros y en función del tamaño, alguna parte tubera. Fue la ola donde nos dimos los mejores baños. ¡¡¡Una joyita para quedarte preso durante años!!!

La derechona de Jails !!

Otra de las olas gourmet que degustamos con frecuencia fue Sultans, solo accesible en Dhoni y a unos 20 minutos de nuestra base de operaciones. Es otra derechona de gran calidad que rompe en la isla inmediatamente al norte de Himmafushi, Thamburudhoo,

de mucho menor tamaño. En la cara este de la misma rompen dos olas espectaculares.
Honkeys, un pedazo de izquierda que hará las delicias de todos los “goofeys” y de los “regular” que quieran surfear de espaldas, y la mencionada Sultans, una clásica de las Maldivas. Es un olón con dos secciones, que normalmente enlazan ofreciendo bastante recorrido. Con un “take off” fácil en la primera sección, es un poco más lenta que Jails en esta primera parte. Pero a medida que te acercas al arrecife la ola se pone más rápida y vertical, generando buenos tubos en la segunda sección. En definitiva, ¡¡¡una ola digna de sultanes!!!

Segunda sección de Sultans

También realizamos un par de escapadas para deslizarnos en las tan conocidas Cokes, buscando el tubo de nuestra vida (que desafortunadamente yo no encontré, pero si que los había) y Chickens. Ambas olas, una enfrente de la otra, son de enorme calidad.
Para acceder a ellas desde Himmafushi la navegación es de casi una hora. Por ello, el día que se opta por estas olas se hace una sola salida en la mañana y se vuelve después de comer (de 8 a 15 aproximadamente, comiendo sándwiches y fruta a bordo). El primer baño nos lo dimos en Chickens, otro pedazo de izquierda de dos secciones que permite realizar varias maniobras y con alguna zona tubera, donde los “regular” nos deleitamos con unos buenos giros de espaldas estilo mercadona, como los bautizó Antonio por la “enorme radicalidad” de la maniobra. Después del refrigerio, nos dimos
un segundo baño en Cokes. Aquí tuvimos el placer de conocer la “hospitalidad” israelí en el agua, conocida por todos en las islas de las que ya nos habían advertido. Parece que la ética del surf la dejaron en casa y se están peleando con la Segunda Intifada.
Cokes, la ola más conocida de Maldivas, principalmente por sus tubos, suele estar muy concurrida. Es una derecha bastante vertical que genera unas buenas cabalgadas dentro del tubo. Con un “take off” vertical pero asequible, hay que hacer rápidamente el “bottom” para meterte en la parte media alta de la ola, dejar que esta haga su trabajo y te envuelva con un manto de agua cristalina, y así gozar de una de las mejores sensaciones conocidas por el ser humano. Con marea alta el arrecife no está muy cerca y la caída es segura, a menos que recorras mucha ola, donde se pone más seco.

Cokes !!!

Finalmente, para los más inexpertos, y que nosotros no catamos, el Dhoni también te lleva a Tombstone, a unos 45 minutos de tránsito. Una izquierda más plana y que recoge menos mar, surfeada normalmente por principiantes cuando las otras rompientes suben el tamaño.

 

La izquierda de Chickens !!

VIDA EN LA ISLA
La vida en la isla es bastante agradable y la sensación de relajación es absoluta, sobre todo tras unas horas en el agua. A parte de surfear, comer bien y dormir, ya de por si suficientes elementos para satisfacer las necesidades del surfista, la convivencia en el camp y el ambiente generado por Nacho y Luisa es muy bueno. Conocimos a gente muy agradable de muchas partes de España, principalmente vascos, catalanes y andaluces, forjando alguna que otra amistad, con el deseo de que no se disipe con el paso del tiempo y pueda materializarse algún encuentro futuro en algún lugar de la geografía surfista española.

El gran Iñaki “Legend” en Sultan’s

La isla también tiene muchos puntos de venta de suvenires a precios muy razonables.
Coloridas camisas de flores, camisetas, pareos, figuras de madera, perlas, collares y pulseras de todo tipo etc. Los precios varían de unas tiendas a otras y se lleva el regateo. La tienda donde nosotros hicimos la mayor parte de las compras se llama Kuda, y tiene los precios más bajos que nosotros encontramos, eso sí, sin posibilidad de regateo.

No todo son olas…..

La isla también tiene pequeños supermercados, un muy pequeño hospital para pequeños imprevistos y una pequeña farmacia para comprar algún medicamento básico.
Después de quince días de surf y tranquilidad el sueño terminó y tuvimos que
enfundar las tablas de nuevo, recoger los bártulos e iniciar el camino de regreso.
Apuramos hasta el último día de surf, ya que habíamos cogido el vuelo de regreso a última hora para ganar un día más de nuestra pasión por las olas. Y al muelle fuimos con Nacho y Luisa para coger nuestro “water taxi” hacia el aeropuerto. Tras un emotivo “hasta pronto” nos embarcamos en la lancha. Pero Maldivas nos quería despedir con una última sorpresa, deleitándonos con una impresionante navegación nocturna, donde el azul turquesa de la bienvenida se tornó en la oscuridad estrellada de la noche. Mientras observábamos los islotes iluminados y los barcos fondeados una vez finalizada su actividad, algo en nuestro interior nos decía que volveríamos,
mientras la nostalgia y los recuerdos ya recorrían nuestra mente.

…pero es lo que más nos gusta

Fotos: Antonio Ceballos