Hay dos grupos recurrentes, que aparecen en mi fonoteca como un ciclo vital de energía, desde que los escuché por primera vez cuando era un adolescente: The Clash y The Grateful Dead. Punk, psicodelia, relajación, energía, contracultura… musicón al fin y al cabo.
Y han sido los Grateful Dead los que han empezado a retumbar en mis tímpanos esta vez. La banda del movimiento contracultural de finales de los 60 por excelencia, cuyo epicentro fue San Francisco. Ese cruce entre las calles Haight y Ashbury, donde se concentraban todos los “hippy’s” y tenían su residencia Los Dead.
Y eso es de lo que quiero hablar hoy un poco, de ese movimiento cuyo embrión fueron un grupo de escritores como Jack Kerouac, Neil Cassady o Alan Ginsberg, denominados Generación Beat.
Generación Beat
Estos escritores transgresores crean a mediados de los cincuenta un grupo cultural cuya filosofía de vida dejaba atrás cualquier conservadurismo de la época. Liberación sexual, adicción a las drogas, jazz, filosofía oriental etc. estaban entre sus pilares. Su influencia quedó plasmada en varios movimientos sociales de los 60 en USA, como el movimiento de los derechos civiles de los negros americanos, la liberación homosexual, de la mujer o la contracultura hippy. El libro icono de esta generación se titula En el Camino (On the Road) de Jack Kerouac, que es un “roadtrip” por USA, con mucho sabor a jazz y a tugurio nocturno. Inspiró el mito de la ruta 66.
A finales de los cincuenta aparece el enlace entre la Generación Beat y la contracultura hippy, la figura de Ken Kessey. Popularizado en los 60 por ser el autor de “Alguien voló sobre el nido del cuco” y cabeza de los Merry Prankster o Alegres Bromistas, sus andanzas psicodélicas comenzaron cuando se prestó voluntario en el proyecto de la CIA MKUltra a finales de los 50, donde la agencia quería desarrollar métodos para controlar la mente y facilitar los interrogatorios mediante la aplicación de drogas como el LSD. Sus experiencias en ese proyecto le inspiraron a escribir “Alguien voló sobre el nido del cuco”, que le generó una buena cantidad de ingresos.
Los Merry Pranksters
Además, también debieron de fliparle mucho ya que en 1964 montó el mítico grupo de lo Merry Pranksters. Este grupo se dedicó a realizar fiestas conocidas como Acid Test, que eran sesiones experimentales abiertas donde se consumía gratuitamente LSD, legal por aquel entonces. Estas sesiones estaban amenizadas con luces de colores caleidoscópicas y con un nuevo grupo que estaba cogiendo fuerza en la costa oeste por sus magníficas improvisaciones aderezadas con LSD: The Grateful Dead. Con un autobús pintado de colores, The Further, Ken y sus muchachos recorrieron los Estados Unidos ofreciendo los famosos Acid Test por doquier. Su ideal era ofrecer al mundo la apertura mental e individual que el LSD proporcionaba, creando su propia revolución.
Sentadas las bases del movimiento juvenil conocido como “hippy”, este se popularizaría en el verano de 1967, conocido como el verano del amor. Surgirían grupos como la Hermandad del Amor Eterno, vaya paranoia… Grupo de surfistas del sur de California que se convertirían en los mayores distribuidores de LSD, especialmente el conocido como “orange sunshine”. Hay un documental del mismo nombre que narra su historia, así como The Sunshine Makers en NETFLIX, centrado en los fabricantes del producto.
Pero como suele suceder en estos casos, algunos precursores del movimiento no compartirán su trasformación comercial y lo abandonarán, como el caso de Kessey.
Pero no los Grateful Dead, que siguieron tocando durante décadas y se convertirían en uno de los grupos míticos de la cultura rock norteamericana y el grupo del movimiento contracultural por excelencia. Actualmente en Amazon está el documental Long Strange Trip, que narra con detalle su historia: rock, LSD, Hell’s Angels, San Francisco…