Hay dos grupos recurrentes, que aparecen en mi fonoteca como un ciclo vital de energía, desde que los escuché por primera vez cuando era un adolescente: The Clash y The Grateful Dead. Punk, psicodelia, relajación, energía, contracultura… musicón al fin y al cabo.
Y han sido los Grateful Dead los que han empezado a retumbar en mis tímpanos esta vez. La banda del movimiento contracultural de finales de los 60 por excelencia, cuyo epicentro fue San Francisco. Ese cruce entre las calles Haight y Ashbury, donde se concentraban todos los “hippy’s” y tenían su residencia Los Dead.